viernes, 23 de noviembre de 2007

Si fundan la OCEVA, no me metan

El vendedor ambulante empuja su mentón hacia atrás, encoge el cuello, hace un pico con los labios, llena los pulmones de aire y empieza a gritar: ¡Oyabua ega, jresquiiit, ango erd, ango’ea zúcar! En un local de por ahí cerca, un anunciante (a veces vestido de payaso) al parecer informa las promociones: ¡Engaaa, bfotasf, fzfapatos, cafmifsetas, alf mejor precio! Como es normal, el transeúnte que haya sido cautivado por la oferta, se acerca al vendedor o al local y vuelve a preguntar los precios, las ofertas, los productos.

Y no son gangosos. Sólo que el peatón escucha la mezcla de sonido creada por el pregón. Aún no me explico el misterio: ¿a quién se le ocurrió que para que gritar fuerte había que montar todo este amago de técnica vocal descrito en las primeras líneas, cuando lo único que origina es una degradación del mensaje? Todos los vendedores que he visto juntan los dientes y modifican el rostro cuando gritan. Producen un sonido similar a la voz nasal, pero con mayor volumen y un mensaje inentendible. Y los animadores de local, armados de consola, bafles como para concierto de rock en la media torta y micrófono de Alta Frecuencia, depositan sus labios sobre la cabeza del adminículo, lo llenan de saliva y emiten una mezcla de ruido similar a un equipo de sonido cuando se le ha subido todo el volumen: lleno de fss, fsss, fsss.

Quien tenga un vago conocimiento de técnica vocal podrá decirme que cuando se vocaliza se escucha mejor y que a unos cinco o siete centímetros de distancia del micrófono, las ondas se captan y se amplifican mejor. Entonces ¿por qué nuestros vendedores callejeros adoptaron esos vicios? ¿No se habrán dado cuenta, durante años y años de oferta y demanda, que su pregón no es eficiente?

Pues ahí tenemos una tareita para todas esas ONG’s que andan buscando proyectos para sacarle dinero a las organizaciones intergubernamentales (OIG): un plan encaminado a mejorar la comunicación empleada por los vendedores ambulantes y volverla más efectiva. A ver si creamos la Organización para la Comunicación Efectiva de los Vendedores Ambulantes, OCEVA…

En fin, como decía el sabio Farhi, “Hay gente para todo”.

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Prueba

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