domingo, 11 de noviembre de 2007

Os saluda el calentamiento global

Nuestra situación es como la de un paciente con una enfermedad terminal. Sabe que poco a poco su existencia se irá diluyendo y que, en cualquier momento, todo habrá finalizado. Cuando es consciente de su padecimiento empezará a otorgarle el verdadero valor a una lágrima, a una sonrisa, a un amigo. A partir del diagnóstico, su vida correrá como en cámara lenta...

El mundo ya está diagnosticado también, pero sus familiares (nosotros) no hemos entendido la magnitud de la enfermedad. “No importa lo que hagamos ahora, el calentamiento aumentará: hay un tiempo de retraso antes de que el calor provoque todos sus efectos en la atmósfera… …Nuestra tarea es menos estimulante: contener el daño, lograr que las cosas no se nos escapen de las manos”, dice la revista Natgeo. ¿Muestran las fotos que acompañan este texto que las cosas no se nos han escapado de las manos? Es irónico que un fenómeno llamado calentamiento global traiga lluvias torrenciales e incomparables para la población. Y también es paradójico que nosotros, los tercermundistas, hayamos creído que éste era un problema sólo del primer mundo, que las olas de calor solo se verían en Europa, que las cosechas echadas a perder serían las norteamericanas, que los huracanes , las inundaciones, los congelamientos y las sequías eran problemas separados y de otro continente. Pero no, resulta que todo hace parte del mismo fenómeno. Así lo explica Al Gore en “An Inconvenient Truth”.

Lastimosamente, el problema también es nuestro. A comienzos de este año, un gran porcentaje de las cosechas de verduras y hortalizas se perdió a causa de una de las más fuertes heladas de nuestra historia. Hasta las lechugas se encarecieron. A mitad de año no caía ni gota de agua. Los bogotanos salieron a la calle en bermudas y hasta en bikini a gozar de las playas artificiales instaladas en los Almacénes Éxito. Gozaron de un verano sin mar ni río, pero con ciclovía. Los vendedores de bebidas hicieron su “agosto”. Y llegó noviembre con la mayor granizada de la historia (luego nos informaron que ni siquiera se llevan registros comparativos sobre esto, ¡vea Usted!) y con una noticia calamitosa (al menos para mí): desaparece el pan de $100, las tejas subieron un 300%, las construcciones de la capital colombiana no estaban preparadas para una catástrofe. Y dizque estamos alistándonos para un temblor. Pero aún, ¿si Bogotá no está prevenida, qué podemos esperar de las demás ciudades colombianas? Está muy bien que le sonriamos al clima, nos divirtamos con el sol y el hielo. Pero algo tendremos que hacer, sobre todo cuando los científicos advierten que los efectos se intensificarán cada año (y si ésta granizada fue así…). Ya es hora de que los ciudadanos y los gobiernos nos pellizquemos al respecto. No se trata de conservar el medio ambiente para las generaciones futuras, nosotros ya somos la generación futura.


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Prueba

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