lunes, 3 de diciembre de 2007

Pendencia contra el señor Valencia

Cierto día estuve en una tertulia a la cual habían invitado a Jaime Valencia para que nos hablara de su pasión por la música. Sí, era el integrante del dúo Ana y Jaime, quien después de recordar los años inmensos, hablar de su curso por décimo grado y cantar el jingle de Gudiz, contó algunas de sus experiencias con su hermana y la música. “Tuve tiempos muy difíciles”, dijo en algún momento. Obviamente no grabé la charla, pero las siguientes palabras, aunque no exactas, sí reproducen lo que dijo después: “Caí muy bajo. Para poderme sostener tuve que cantar una música horrible, esa música andina, yo no sé si ustedes habrán escuchado eso. No sé si la conocen, pero lo peor fue cuando tuve que grabar ‘La Vasija de Barro’…”.

El público rio, como cualquier público ignorante, para apoyar la afirmación del interlocutor. “Nooo. Es que con ese nombre: ¡Vasija de Barro!”, decían. Al final de la charla pregunté. Ninguno de los asistentes la había escuchado. Y no quise ocuparme de saludar al señor Valencia. Me bastó con su declaración sobre esta canción para no volver a escuchar una composición suya durante el resto de mi vida.

De cuando crecí en mi tierra natal, recuerdo que uno de los temas más aclamados, cantados con más pasión y cuya interpretación evocaba mayor sentimiento era ‘ Vasija de Barro’. Esa canción que habla de la muerte y la sepultura, de la unión con los antepasados, de la temporalidad del hombre. Esa melodía andina, lanzada en algún momento por el dúo Benítez y Valencia. “Y no se puede calificar el apego a las melodías tradicionales con el simple juicio de ‘una canción horrible’, máxime cuando éstas implican una evocación cultural que va más allá de la simple composición”. Eso pensé en un comienzo.

Hoy opino que el delito de Jaime Valencia es más grave de lo que creía. Leyendo publicaciones de la prensa ecuatoriana y, entre ellas, La Revista Virtual del Colegio de Artes Liberales de la Universidad de San Francisco de Quito, descubrí Vasija de Barro es, algo así, como un cadáver exquisito. Ni siquiera programado, sino espontáneo. La canción fue compuesta una noche en la cual el pintor Oswaldo Guayasamín invitó a unos amigos poetas a tomarse un coctel en su casa. Jorge Carrera Andrade escribió la primera estrofa, después de ver un cuadro de Guayasamín. Hugo Alemán escribió la segunda. El pintor Jorge Valencia, la tercera (quién iba a pensar que su homónimo demeritaría la canción casi 50 años después), Jorge Enrique Adoum escribió la cuarta y, al final, Carrera le pidió a Gonzalo Benítez que le pusiera música a ese poema. “Cogí la guitarra, el libro (Lo habían escrito en la tapa de un libro de Proust) y me quedé en una grada sentado por tres cuartos de hora hasta hacer la música. A las 11 y media o doce de la noche subí”, le dijo Benítez al periódico La Hora de Ecuador, en el año 2002.

‘Origen’ fue la pintura de Guayasamín que inspiró la canción. “Había pintado la vasija y dos esqueletos de chicos”, le dijo Benítez a la misma publicación. El pintor quiteño explicó que los incas eran enterrados en vasijas de barro. Entonces esta canción viene a ser una expresión de la herencia cultural andina. Y una expresión colectiva, pues fue escrita por cuatro manos que reflejaban una misma herencia. Es cierto, no a todos les gustará, como es el caso del músico tolimense de Café y Petróleo, pero sí es bueno respetar y no demeritar el valor de composiciones como ésta. A mí no me gusta el vallenato, por ejemplo, pero no me pongo a la tarea de criticar a quienes lo escuchan y hasta con placer he llegado a tocar algunos en la guitarra, para alegrar a sus simpatizantes (Eso sí, nunca me salen bien, no tengo la vena de ese ritmo). Además, reconozco que tienen un valor para la cultura colombiana. (Los más tradicionales, no los modernos de despecho). Pero en fin, ya es hora de que los colombianos de diferentes grupos de estilos aprendamos a valorar y a comprender los gustos, tradiciones y costumbres de los otros, sin ser excluyentes, pues hasta en eso estamos mal.

Y perdónenme por este post tan largo, sin embargo, habrá que volver sobre estos temas.

En el mosaico de fotos están (izq. Gonzalo Benítez. Arr. Der. Jaime Valencia. Ab. Der. Jorge Carrera Andrade). En la otra foto aparece el libro en el cual escribieron la canción.


4 comentarios:

Martín Franco Vélez dijo...

Con mis Gudiz soy feliz, porque son de maíz...

GABO dijo...

De acuerdo, muy acertado su comentario, señor

Anónimo dijo...

Muy de acuerdo, la música como muchas otras cosas es cuestión de gustos, no hay musica fea ni inculta. Por otro lado al leer esto a veces pienzo que el señor Jaime Valencia no es "ni chicha ni limonada".:|

GABO dijo...

jajaja! Buena esa Jaime

Prueba

Estoy realizando algunas pruebas para volver... Published with Blogger-droid v1.3.4