miércoles, 5 de diciembre de 2007

Memorias de un estudiante provinciano (IV)

El otro día hablé con Ignacio y me contó que se bebió el dinero de su mesada. Sin embargo, llamó a su padre y le dijo que lo atracaron cerca de su casa, justo después de salir del cajero. Entonces logró que le enviaran más dinero. Yo no me siento capaz de hacer eso. De hecho, sólo lo pensé una vez. Me habían dado plata para unos libros y estuve tentado a decir que me costaron 30% más. Pero me tembló la boca y no dije nada. En realidad compré los libros, pero también había gastado otro resto en un almuerzo dominical, por lo cual quedé corto de dinero. Pero no me atreví a inventar nada para sacárselo a mis papás. De hecho, completé lo del mes cobrando por escribir los ensayos de historia de algunos compañeros y con eso reuní para lo de los buses y la comida en la universidad. Tuve que trabajar el triple, es cierto y, por eso, la casa está vuelta una porqueriza, pero resolví el problema. Y no me importa haber sacado menos nota que los demás, pues, a la larga, su calificación también es mía. Al fin y al cabo aprendí más. Pero sí me molesta que existan tipos como Ignacio: se la pasan bebiendo y gastando su plata con mujeres, mientras sus padres se rompen el lomo para mandarle más plata. Es más, mi hermano se topó el otro día con su papá, quien estaba muy conmovido y le contó lo del terrible atraco sufrido por Ignacio. “Imagínese que hasta le robaron ese maletincito que le regalamos de grado”, le dijo. “Si supiera que lo cambió por unas libras de marihuana”, pensé.

2 comentarios:

Martín Franco Vélez dijo...

¡Qué viva Ignecio!

Anónimo dijo...

Todo después se devuelve, depronto a Ignacio le tocará un hijo peor.

Prueba

Estoy realizando algunas pruebas para volver... Published with Blogger-droid v1.3.4