Me ha pasado, tal vez dos veces al año, que cambio de canales en el televisor, viendo qué hay para ver, porque estoy desvelado. Y, de pronto, me encuentro con el programa del Defensor del Televidente de Caracol o RCN. Seguro a ustedes también les ha pasado, seguro no lo han visto más de dos veces, seguro ni recuerdan de qué estaban hablando ese día, porque la emisión era como a las 12:30 o una de la mañana.
Así es fácil comprometerse a defender al televidente, señores: ellos (los canales) podrán decir que tienen todo un programa dedicado a atender todas las quejas y reclamos de los televidentes; que allí resuelven sus dudas sobre la ética de la producción, los valores transmitidos, la educación, etcétera; que esa es la oportunidad para enfrentar en sano debate a los productores, directores, guionistas, periodistas o cualquiera que esté involucrado en la producción de cierto programa, contra los espectadores televisivos. Y entonces nos tiran la pelota, esperando que les agradezcamos por su buena fe, por darnos ese espacio. ¿Pero a la una de la mañana para qué?
A esa hora, los padres responsables ya están durmiendo. Ellos, que tanto desean un programa para exponer sus desacuerdos con la televisión que ven sus hijos, no tienen ni oportunidad de ver el debate. Se pasarán la vida escuchando la misma respuesta: “ese tema ya lo tratamos con el defensor del televidente”. En ese programa donde, por cierto, siempre sale victorioso el canal. Y claro, porque no hay debate real. ¿A la una de la mañana quién debate? Ni siquiera se molestan (ni más faltaba) en atender una llamada en vivo. (¿A esa hora quién llama?). Así no se puede. Y bien cabría exclamar “no nos defiendan más”, como dice aquél bambuco.
¿De verdad nos querrán defender? ¿Existe verdadera defensa del televidente? Sí tuvieran la voluntad de hacerlo, de seguro ese espacio estaría en otra parte. “Pero si la gente ve novelas y no le gusta que se las corten, y los magazines y las series no darían espacio. ¿Dónde?”, nos podrían decir. Pero si lo pensamos mejor, si ponemos atención, descubriremos que hoy los noticieros de televisión tienen, cada vez, mayor parecido a un periódico: cuentan con sección de deportes, política, economía, indicadores, internacionales, sociales, entretenimiento, etc. Ahora bien, si tanta gana tienen de emitir un noticiero desde la una hasta pasadas las tres de la tarde, ¿qué les cuesta meter al defensor del televidente en un pequeño espacio de la eterna sección de farándula? Por lo menos una vez a la semana no estaría mal.
Así es fácil comprometerse a defender al televidente, señores: ellos (los canales) podrán decir que tienen todo un programa dedicado a atender todas las quejas y reclamos de los televidentes; que allí resuelven sus dudas sobre la ética de la producción, los valores transmitidos, la educación, etcétera; que esa es la oportunidad para enfrentar en sano debate a los productores, directores, guionistas, periodistas o cualquiera que esté involucrado en la producción de cierto programa, contra los espectadores televisivos. Y entonces nos tiran la pelota, esperando que les agradezcamos por su buena fe, por darnos ese espacio. ¿Pero a la una de la mañana para qué?
A esa hora, los padres responsables ya están durmiendo. Ellos, que tanto desean un programa para exponer sus desacuerdos con la televisión que ven sus hijos, no tienen ni oportunidad de ver el debate. Se pasarán la vida escuchando la misma respuesta: “ese tema ya lo tratamos con el defensor del televidente”. En ese programa donde, por cierto, siempre sale victorioso el canal. Y claro, porque no hay debate real. ¿A la una de la mañana quién debate? Ni siquiera se molestan (ni más faltaba) en atender una llamada en vivo. (¿A esa hora quién llama?). Así no se puede. Y bien cabría exclamar “no nos defiendan más”, como dice aquél bambuco.
¿De verdad nos querrán defender? ¿Existe verdadera defensa del televidente? Sí tuvieran la voluntad de hacerlo, de seguro ese espacio estaría en otra parte. “Pero si la gente ve novelas y no le gusta que se las corten, y los magazines y las series no darían espacio. ¿Dónde?”, nos podrían decir. Pero si lo pensamos mejor, si ponemos atención, descubriremos que hoy los noticieros de televisión tienen, cada vez, mayor parecido a un periódico: cuentan con sección de deportes, política, economía, indicadores, internacionales, sociales, entretenimiento, etc. Ahora bien, si tanta gana tienen de emitir un noticiero desde la una hasta pasadas las tres de la tarde, ¿qué les cuesta meter al defensor del televidente en un pequeño espacio de la eterna sección de farándula? Por lo menos una vez a la semana no estaría mal.
8 comentarios:
"Encuentro la televisión muy educativa: cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro"
Groucho Marx.
Otro síntoma del problema del monopolio de los medios de comunicación: no hay verdaderos programas de opinión, no hay caricaturas buenas en los impresos (excepto Vladdo), no hay mas programas como Quak el noticero... ¿porqué? otro post, por favor.
Muchas gracias por la visita.
Encontré supremamente útil el gigantesco televisor de mi abuelo; es un lugar excelente para acomodar mis libros cuando mi biblioteca da abasto. (Neil Postman)
Los canales privados no tienen respeto por el televidente, corren las novelas que están por terminarse casi a media noche para poner las nuevas en el horario triple A, yo no veo novelas, pero muchas de las mujeres que conozco si, y me parece un irrespeto que tengan que esperar hasta las 11:00 de la noche para mirar una novela que antes la miraban a las 8:30 o 9:00, y de la que dan el final por cápsulas de 10 o 15 minutos.
Además, como dice caucola, los programas de opinión y humor de crítica los fueron corriendo hasta pasa la media noche para que nadie los mire y luego sin que nadie se de cuenta los quitaron, supongo que por orden presidencial.
JP.
Quedé con cierto escozor ayer cuando, después de intentar defender el programa, Gabo me dejó con la boca cerrada. Le dije: "no creas, con el programa se han logrado cosas". ¿Qué tal la afirmación? A veces hace falta un poco de prudencia y de mesura cuando no se conoce un tema a profundidad, pero resulta que desconfío del discurso parcializado. Gabo: probablemente lo que me contaste ayer tenga una cuota de verdad, y aunque yo no tenga todas las herramientas para argumentar, me atrevo a decir que de hecho sí hay debate. Tal vez como dices no haya llamadas en vivo, pero sí centenares de cartas de televidentes inquietos. Tenés toda la razón, abusan con el horario, pero sabemos quiénes están detrás -esa no es novedad- y, de otro lado, educar al televidente medio no se resuelve simplemente con transmitir este programa más temprano, ese, creo yo, es un trabajo que debe erigirse desde la escuela (academia). No olvidemos además, como comentaba con un amigo ayer, que 'El defensor del televidente' no es sólo un programa, es una figura que funciona y trabaja, pero poco podemos exigir si incluso nosotros no participamos de ello.
Algo más. La tele no está mal, las cosas son amorales, somos nosotros quienes tenemos el control remoto.
Un abrazo, Luisa.
Sí, Lu. Es verdad. Nosotros tenemos el control remoto. Y sí, el programa tiene su producción. Pero no les quitaría más de 5 minutos meterlo en un noticiero. Y no se trata de decir que la televisión abusa con sus contenidos, sino que, por lo menos, se tenga la oportunidad de decir qué hay de bueno y qué hay de malo.
Y en lo de "educar al televidente" sí difiero. Para la televisión es entretenimiento. Y en el entretenimiento la educación no tiene nada que ver.
¡A los niños que los eduque el colegio!
¡Exacto, Franco. Esa es la idea!
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