lunes, 23 de junio de 2008

Los niños del cielo


Un andén, una esquina, una noche. Pasas por la calle maldiciendo que la plata no alcanza. Haces cuentas: ¿cuánto debo? Los servicios, el arriendo, el bus, la administración. Desde el cielo se oye una amenaza de lluvia. “Malditos ricos, lo tienen todo”. Te toca caminar, correr, bajar hasta la avenida antes de que suene el trueno. Si tomas taxi resulta costoso. Y te sientes desafortunado. “Maldita vida que me tocó. ¿Por qué todo es tan difícil?” No tienes el dinero para un negocio. Tal vez, tu trabajo no es el que quisieras. “Los sueños: ¿Esto es lo yo hubiera soñado? ¿Esto es lo que quería ser?”Y te quejas. Todo el tiempo de quejas de lo que tienes. Pero cruzas la calle. Estás llegando a la esquina y escuchas un gemido. Es un lamento de un niño que llora. No alcanzas a entender sus palabras, pero volteas la mirada. Y lo ves en el andén, recostado al lado de una pared mediana. Se arropa con una chaqueta y está acurrucado contra el muro. Su rostro no se ve porque da contra la pared. Y sigue llorando.

A esa edad, cuando yo lloraba así, lo hacía en el rincón de una cama. Si estaba muy triste, mi mamá, mi papá o mis hermanos iban a hablar conmigo y, de algún modo me sacaban una sonrisa. Pero no había ningún padre cerca de este niño. Lloraba. No se sabía por qué. Tendría frío, además. Y la lluvia ya había anunciado que vendría. Te das cuenta que no pudiste avanzar más. Sí, ibas caminando, pero te detuviste a mirar. “Los sueños. Al diablo los sueños. Yo estoy bien como estoy, pero ¿qué será de este pobre niño?” “No tiene cama, ni cobija. No tiene un lugar secreto para llorar”. Y todos pasan junto a él con indiferencia.

Siempre recuerdo que jugaba con mi hermano. Hasta hacíamos travesuras. Y cuando veo un par de niños vendiendo dulces recuerdo esas épocas. “Imaginábamos ser héroes que salvaban al mundo, aventureros como Indiana Jones, exploradores, policías y ladrones. Imaginábamos”. Estos niños no imaginan. Están obligados a pensar como adultos. “Tenemos que vender tantos dulces hoy”. Días atrás vi como dos niños lamentaban que sus dulces se cayeron por una alcantarilla. Se quedaron sin nada para vender. ¿Por qué? Por andar jugando. Y el niño de la acera continúa llorando. Quieres acercarte. Preguntarle qué pasa. Ayudarlo. Das un paso. “¿Y si fuera una trampa para robarlo a uno?”. “Maldito país que nos ha sembrado la desconfianza”. ¿Te atreves o no? La verdad, ni siempre. Hay personas que sí lo hacen. Atenderían al niño y, tal vez, lo llevan hasta una panadería para comprarle un roscón. Otros se van rezando por él. “¡Dios le ayude! ¡Dios ayude a todos los pobre, desconsolados y desahuciados niños de la calle!”. “De ellos es el reino de los cielos”. Ése que, muchos dudan que existe. “Los hombre, al fin y al cabo, todo es culpa de los hombres, los seres humanos. Por los hombres existen los pobres”. Y para los pobres está el reino de los cielos. Sí, el de los cielos. Porque de los ricos es el reino de la tierra.

viernes, 6 de junio de 2008

Cavilaciones extraditadas


A veces termino en tertulias en las cuales me entero de cosas increíbles. Hace unos días, por cuestiones del periodismo, terminé metido en una reunión social de empresarios. Había pasado poco después de la extradición de los paramilitares y, como era de esperarse, el tema salió a flote. Y allí había gobiernistas y anti-gobiernistas. Pero me impresionó la afirmación de uno de los asistentes: “de buena fuente me dijeron que lo mínimo, LO MÍNIMO, que pagaban los jefes paras a los guardias, para que les metieran un teléfono celular era cinco millones de pesos”. Era de esperarse, claro, que entonces los procesos judiciales se complicaran.

Cualquiera concluiría, claro, que el poder de los paras seguía intacto aún en la cárcel. Sí claro, hasta aquí no he descubierto más que agua tibia. Y esa es la razón que se adujo para extraditarlos. “Estaban entorpeciendo los procesos de justicia y paz”. (Desde ralito, de hecho, no habido ni justicia, ni paz). Puede ser, sí, que entorpecieran la justicia, de hecho, el hallazgo de la caleta con las escrituras de Jorge 40 demuestra que quienes tenían información empezaron a revelarla después de la extradición. Pero, por más que la extradición se haya planeado en secreto durante meses, como dijo Mindefensa, es muy raro que se los enviara así: de la noche a la mañana. “Yo me voy a quedar despierta esta noche – le dijo Tola a Maruja – ¿Vos creés que me voy a perder la extradición de mañana por quedarme dormida?”

Me viene, entonces, una escena de una novela de Camilleri. Un detective del Servicio Secreto le dice al Comisario Montalbano que las sospechosas muertes que el protagonista está investigando fueron causadas porque el servicio secreto notó que sabían mucho sobre un asunto de estado y por eso debieron “neutralizarlos”. De ahí que lo primero que me pregunté fue si el gobierno quiso “neutralizar” a los paras con la dichosa extradición. ¿Será que sabían mucho? Y si era así ¿qué es lo que sabían? ¿Por qué extraditarlos “rapidito” a las 3, 4 ó 5 de la mañana, casi sin decir nada?

Pero después surgió otra duda: la duración de las penas. En Estados Unidos pagarían, por mucho, ocho años de cárcel. Nada. ¿Y cuando salgan volverán? No, no seamos ilusos. Bien podrían quedarse por allá. Se fueron sin decirnos nada, sin contarnos todo. “Se marcharon para siempre... ...gime el viento en los aleros, desmorónanse las tapias...”. Entonces el panorama es más claro: quedaron neutralizados para así no revelar lo que fueran a revelar. ¿Y el premio? Una temporada corta en la cárcel por haber enviando unos kilos de coca a Estados Unidos (porque nunca se pueden demostrar todas las toneladas de las cuales son responsables) y la tan preciada libertad. Les evitaron pasarse a la justicia ordinaria y el devolver todas las tierras.

Claro está, todas estas son conjeturas, cavilaciones. Pueden considerar estos párrafos un relato de ficción, puesto que nadie tiene pruebas ni conoce la verdad. Tal vez, después de muertos, Dios nos cuente lo que sólo él sabe que pasó. Mientras tanto, seguiremos gobernados y acosados por la impunidad. Al fin y al cabo, en este país, las personas honradas siempre “llevamos del bulto”, como se dice en el campo.

Prueba

Estoy realizando algunas pruebas para volver... Published with Blogger-droid v1.3.4